Tarde fuego y color negro.

¿Cómo me dijiste que hacías para que no se te caiga la cara de vergüenza?
Yo creo que debés, o deberías, sentirte muy mal. Sos una pésima persona, y lo sabés muy bien.
Realmente, te merecés todos los males que la bonita Pandora eligió liberar. Y si yo fuese Pandora, primero te hubiera roto la nariz con la caja.
Pero no lo soy, tengo que vivir con mis limitaciones. Ojala fuese el ser más malo de la tierra, parece ser que son ellos a los que las cosas les terminan saliendo bien.
Yo no voy a cambiar mi forma de ser, sólo quiero darle el lugar que se merecen a mis grandes fracasos. Sáquenme ahora las ganas de matar, de andar arrancando dientes y uñas, de cortar con gillette la planta de lo pies. Te molería los huesos, querido, con todo el amor con el que soy capaz de hacerlo.
Espero que se te claven las cuerdas de la guitarra en los dedos y tengas que llorar y arrastrarte buscando ayuda. Y espero que nadie te la brinde.
Yo voy a ser feliz cuando te vea destrozado. Que sí, que soy repulsiva, pero vos sos peor. A mi me da verguenza ser como soy, vos estás orgulloso de pisotearnos. Ya te voy a ir yo con taco aguja. Y alfileres. Y un poco de fuego, quizás.

¿Quién te había limado la cabeza, querido? No entendés nada. Pero yo soy de hacerle la gamba a mis detractores. Y parece que vos querés letra.
A eso vamos.
Hasta pronto.

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