Gigantrografías.

-Cobarde.
Ana no escucha.
-Decilo de una vez. Desnudate, por fin. Te quiero ver perfecta como sos, delante mío. Dejá de esconderte ahí atrás.
Ana, infantil y cierta, no deja de jugar con su cámara. La roza, la siente tan propia como las manos, los ojos, las piernas. "Clic". Foto.
-No me estás prestando atención. Da la cara. Sincerate. ¿Qué pensás? No te importo, ya. Me voy, Ana, no soporto que no me acompañes.
-Esperá. Quedate ahí, estás hermoso. Te amo- Y "clic". Foto.
Si yo cuento una historia, ¿Van a escucharla? Considérenla un cuento para antes de dormir, un cuento de cama.
Es de esos amores que uno no espera, no conoce, es de esos amores que no son tan buenos como el otro dice que son.
Y así pasó, un día, que yo venía en mi vida aprendiendo a estar sola porque no solían quererme, y con razón.
Petisa, fea, desarreglada, en mi mundo, con el pelo por la cintura. Un poco anarquista, un poco enamorada de todos pero no tanto de la vida. Recuerdo las noches en que no soñaba, imaginaba a mi medida un mundo más lindo que ese de mi sola.
De pronto, el milagro. Una persona; el innombrable, digámosle; me conoció. Supongo que ya conté eso, y si no lo hice, no importa tanto.
Nunca salimos, en realidad, no fue mi novio, fue un asqueroso compañero. Y si me pusiera a contar de a uno los accidentes que tuvimos que soportar, más de uno se suicida.
Es momento de desahogar esto que me pasa, porque hay secretos que, pasado un tiempo, ni valen la pena.
Me enamoré, mientras tanto. Ni siquiera recuerdo el orden exacto. Sé que no había pasado más de un mes de eso y ya estaba enamorada de otro. Otros, sí.
Tampoco fue feliz, porque no había aprendido que no sé amar.
Y de tanto en tanto, el innombrable volvía a herirme. No entendía como algo tan lindo al principio podía haber transmutado en esa pesadilla.
No importa el medio, por lo menos ahora. Pero la violencia tiñó dos asquerosos años de mi vida. No me arrepiento de ninguna decisión.
Después, o entre medio, quién sabe, apareció alguien más. Estúpida de mi, el lobo disfrazado de cordero. Todavía caigo en sus brazos de vez en cuando.

No soy la única que sufre por amor, ¡Pero es que vivimos tan separados!

Súcubo.

Hace muchos, demasiados meses que tengo esta idea. Y hace bastante también que dejé de escribir buscando consuelos. Acá volví, ya lo ven.
Ya sé que soy una enamoradiza idiota, sin remedio, y me gusta. Ya sé que tomo decisiones equivocadas y no me arrepiento nunca de mis errores.
Y sé que estoy escribiendo para un desconocido que jamás va a leer esto. Pero voy a quitarme de mi infinito puesto de pesimista para pensar un poco.
Él lee, me dice, compartimos gustos (o algo así). Pero es alguien triste, y las almas en pena me gustan tanto como yo misma. Conmigo ya tengo de más.
Ni mis musas están ahora. Fracaso.
...Que sí la hace feliz, o eso cree...
...Supe que alguna vez esto va a terminarse y va a doler como nunca dolió. Y eso es decir mucho...
Y sí, Edwy. Son esas cosas que uno no puede controlar. Y por "uno" me refiero a mí.
Y sí, señor esposo, nunca te escribí demasiado porque no te lo merecías en ese momento y no te lo mereces ahora.
Y sí, la gente que vale algo no existe, y me encuentro nuevamente ante esa encrucijada de no saber a donde tengo que ir para olvidarme de vos.
Vos no elegís la lluvia que te va a calar hasta los huesos al salir de un concierto.
La felicidad sigue a dos vidas de esta.
Y ¡Plaf!, nunca mejor dicho, con sus dolores de puñales. Y si ese ya no te amo fuera cierto, no estaría escribiendo esto que es para mí y nada más.
E hijo del rigor sigue siendo este Cupido, nomás.
Te merecés todo. No escatimo en deseos, querido.
El infierno son los otros, escuché. El infierno sos vos.
El diablo, en cambio, soy Yo.
Buenas noches, espectadores.
Ando bucólica. Distraída, sensible, taciturna.
¿Qué me está pasando?
¿Acaso no ven la belleza en mis actos malvados?
Un gato.
Dos gatos.
Tres gatos.
Cuatro gatos.
Cinco gatos.
Seis gatos.
Seis gatos.
Seis gatos.