Gusto a Humo.

Ya sé, ya sé. Me tenía que dejar de juegos, pero me pasé.
Cambiamos de año, señores, y me olvidé los pañuelos y las propuestas de un futuro mejor. Qué se le va a hacer.

Hoy estaba con Flor Blanca en un lugar que casi no conozco. Entramos, nos sentamos, ella se veía muy cómoda, y con razón, pero yo no sabía qué hacer. Entramos a un aula y nos sentamos relativamente adelante.
Eso, por supuesto, significó para mí un cúmulo de torpezas: Me tropecé con una silla, me reí bajito, dejé caer mi bolso (¡Con mi camarita, por dios!) y esas cosas que Humo odia y no puede controlar, porque se pone boba con la gente.
Y de pronto, me sentí mucho más avergonzada. Se abrió una presentación que se titulaba "Profesorado de Geografía". Flor me miró, la miré, nos reímos, pensamos "que mina desubicada. ¿Quién se va a animar a decirle que está equivocada de aula, o de PowerPoint?"
Y sí, nos tuvimos que levantar e ir, volver a hacer el camino que me llevó a mi asiento, pero al revés. Y todo gracias a los encargados del sitio web de la facultad.
Y tuve que entrar a otro aula, riéndome un poco, y sentarme en una silla diferente, bajo el aviso de la profesora, que rezaba a cada persona que entraba: "¡Letras!, ¡Letras!"
Y yo me pregunté varias veces si ese es mi camino, y si en verdad, cuando no levanté la mano en ese momento en que preguntó algo que yo me pregunto cada vez que me despierto un poco mal, no podría hacer eso otro que tanto me gusta.
Pero no, si yo no puedo dejar de jugar.