Aprendí a quedarme. De a poco, llenado los huequitos con papel picado y polvo de tiza, dejando regados cordelcitos de té en tus bolsillos. Los pedazos, las tradiciones, los encuentros, son los únicos espacios que quedan en la memoria como quemados, como cicatrices vivas, en cuanto se enfría el recuerdo.
Me quedo para cuando vos te vayas. Me quedo para que encuentres mis retazos y pienses, melancólico y como con el pecho en lluvias, en que me he ido.