Sombra macabra, fantasma. A veces te encuentro espiándome tras alguna ventana, tras alguna taza de té. Te deformas con el vapor y la brisa; con un leve pestañeo, desapareces.
Me hago cargo: soy yo la que te invoca con pensamientos a veces lúgubres, a veces de animal salvaje.
Será que te protege un íncubo, se posa sobre tu alma y la devora y me devora.
O será que en realidad me topé con el diablo hecho carne que busca a donde morderme.
Yo misma opté por dejarte pasar, y ahora tengo que cuidarme porque, una vez dentro, es fácil romper.
Oscilo entre correr escapando y entre quedarme con la capa de mujer cubriéndome el cuerpo desnudo, lleno de dientes y garras. Pero no sé qué me tienta más.

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