Nací límpida y me corrompí con el paso del tiempo.
Nací sana y me llené de heridas que fueron ya curándose, ya infectándose.
Nací recta y me fui torciendo.

Con el paso de los amores me volví un poquito más gris y por ahí un poquito menos confiada, menos entregada y por supuesto menos abierta.
Me hago acordar al cuento de Las mil y una noches del genio que había sido encerrado en una vasija y por cada mil años que él pasaba ahí adentro, la pesadilla para el que lo liberara era peor. Pobrecillo el que se interne en las selvas enmarañadas de mi querer si las cosas siguen así.
Tengo dos o tres pedidos para mí misma en este momento:
-Ser una perra cruel y despechada de ahora en más, porque induzco que es lo que debo hacer. Esto no me está dando resultados.
-Ser una soltera empedernida hasta que me canse o me enamore (que va a ser más difícil por el punto uno) Y desprendiéndome de éste:
-Tener un amor torrentoso y rápido con el ser más zaparrastroso posible. Si hace malabares en una esquina, mejor.

Destruí la coraza de cartón para empezar con una en serio, de hierro y bronca.

No hay comentarios: