Paso lista.

Mamífero carnívoro. Se revuelve en la jaula. Ronronea a veces, gruñe siempre. Grita, trota, rasguña, mata: ¿Qué importa?
El cuidador le alcanza la llave y le dice:
-Sos libre de usarla, pero no para salir, sino para dejar entrar a otros.
La bestia, que tiene pulgares oponibles porque no se sabe si es una Quimera o el Ave Garuda u otro animal -mitológico, por supuesto- cierra la puerta y se sienta en un rincón, mirando con mirada un poco tonta.
Llueve.
Mamífero guarda la llave en uno de sus tantos bolsillos y espera. Una hora, dos horas. El cuidador ya debe haber avisado que la fiera tiene la llave. ¿Por qué nadie se acerca a verlo? ¿No saben que es horrendamente bueno? Llora un poco. Está desesperado y triste.
Pero no, viene alguien, lejos en el camino. Bestia espera.
-Hola. ¿Está abierto?- No contesta.- Bueno, permiso, paso- la personita tira de la manija en vano.
Y Mamífero Carnívoro, Bestia, Fiera, se desgañita en insultos porque ahora nadie respeta su espacio personal y se siente invadido a más no poder. La personita se aleja corriendo, con las enormes mangas del buzo apretadas contra la cara.
-Una falta de respeto- concluye.

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