El más dulce de los problemas.

Duele, aunque lo diga bajito. O aunque no lo diga. Duele que no pienses en mí. Duele aunque lo soporte, me preocupe, teclee despacio y sin fuerza porque en realidad no quiero teclear nada, quiero tomarme un tren o ir caminando si hace falta, para verte.
Somos algo. No sé qué, no sé nada. Me confundís con tus idas de cordero.
Y ambos sabemos que necesito un abrazo y que necesitás un abrazo. ¿Porqué no nos lo damos? Que barrera idiota la de la distancia.
Es curioso como te conocí. Una nunca espera encontrarse a su cien por ciento en la otra esquina.

No hay comentarios: