Un cansancio que no deberías tener a tu edad.

No sé por qué reviví este espacio. No sé por qué lo desempolvé, le saqué las telarañas, lo maquillé un poco. Será porque antes este era el lugar donde yo me vomitaba un poco, lugar lleno de magulladuras y arañazos, de rojo sangre, de puro veneno. Y también de cosas prohibidas: nunca hablo de adicciones, ni se sexo, ni de ninguna cosa divertida y mala.

Pero esto es nuevo. Antes todo era una oscuridad casi negra, casi blanca. Oscuridad que odio con todo mi ser y por eso mismo me atrae, me enloquece mi parte más asquerosa. Pero no es de esto de lo que yo iba a hablar, siempre termino yéndome por las ramas. Putas digresiones.
A lo que iba es a que este retoque en la cara de mi espacio de escribir se traduce en un retoque en mi propia casa, que es el cuerpo, y por qué no en el alma.
Creo que le dejo el deber a una personita completamente desconocida, de mundos diferentes, que siente como yo pero escribe de puta madre. Ella tampoco se quiere, pero es tan abierto ese miedo que no tiene problemas en hablar de que es lesbiana y se enamora de una que no la quiere, y de una que no va a quererla por siempre, y deja de querer a aquella que sí va a hacerlo.
Yo no. Yo me tengo miedo, me doy vergüenza, me odio un poco. No creo en mi y por tanto nadie cree en mi. O eso percibo.
Ah. Me acordé de que hace bastante que no le escribo a la fiera. Hace un poco menos de eso que no pienso en él. Es una suerte, pero ¿Qué me pasa? ¿Le cambié la cara a esto para seguir escribiendo tonteras? ¿Se la cambié justamente por esa razón? Triste intento de eliminar la parte negra de mi vida. Pues no, no sólo vive acá. Vive en mí, en cada pensamiento de hija de puta, de ganas de matar, de planes de venganzas nunca llevados a cabo.
Ah. También me acordé de Aquel que hace tanto que no me deja vivir en paz. Cómo será su vida sin mi, ¿No? Preciosa, supongo. Que imposible debo haber hecho su vida para que actuara como actuó, ya hace muchos meses atrás...
Y sin embargo todavía me asaltan las ganas locas de encontrarte, de poder saludarte con la mano y una sonrisa, que yo sé de antemano que va a ser falsa. Y cuando más triste estoy, me tiento y quiero hablarte, llenarme la boca de disculpas...
Y yo intentando buscar coincidencias que no van a servirme, al fin y al cabo, de nada. Nadie tiene tu maldita complexión -repeticiónconversión- a vivir historias pasadas por agua, a reforzar la neurosis enamorándose peligrosamente de energúmenos poco recomendables. Y de Aquel.
¿Llorando otra vez, tonta? Dale, no saques tu locura a estas horas de la madrugada (hora Pi) que después se hace una maraña horrible y no sabés como guardarla de nuevo. ¡Pero por favor, sacá la música de una condenada vez! "Su" tema, ¿No? Y sigo "su" y no su porque él nunca fue amante de los detalles entonces no le importaba si The only exception era la canción que sonaba en la primera vez en la que se acostaron o si era una de los Pimpinela, o de Nirvana. Tampoco le molestaba comerse el último pedacito de trenza vienesa y no te escuchó cuando le dijiste que nunca sabías si lo que hacías estaba bien o mal. Primer round, esa vez. El segundo, cuando te dijo que no entendés nada. Por dios, le arrancaste los ojos ese día. Mal, estuviste mal.
Un mes después, se diluyó como una gotita de sangre en un charco de agua sucia. Él, yo no, yo todavía viví un tiempo más y con viví me refiero a descerrajarme tiros en la cien cada dos por tres ante alguna vidriera en la que vimos algo o en la calle esa en la que jugábamos a no pisar los vidriecitos pegados en el cemento y que las bolitas de color rojo nos quitaban vida. Una vez, triste en el colectivo, me apoyé con la parte interior del codo panza arriba y me acordé de que él no podía ponerlo así. Fue el punto en el que me dí cuenta de que soy una enferma sin remedio.
Quizá seguir escribiéndote (y, mirá que curioso, esto está expresamente dirigido a vos) sea una forma macabra de catarsis. Esta vez sé que no me leés. Menos mal, puro suicidio.

Ains... la parte fea sigue ahí. No se borra ni con lavandina.

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