El lunes a las 19 hs. en la mitad, en Roca.

No estabas, mi amor, en mis momentos importantes. Ahora me acuerdo que no estabas casi nunca y que cuando estabas, no se notaba demasiado.
Y si yo estaba feliz, era porque eras mi amigo. Repito: Eras.

Te escribo porque ya no me dolés, porque puedo respirar y te juro que no entiendo cómo hice para dar dos pasos al costado y sobrevivir.
Supongo que me ayudó el gurí. Y los otros, para qué mentir, cuando el gurí se me pasó. Que sé yo.
Pero retomo la idea: te escribo porque si te hubiera escrito en ese momento, me cortaba las venas con la pluma. Pero ya estoy bien, y lo noto por el amor nuevo que me brota -difícil de decir esa palabrita, amor- y también en esa risita que me agarra cuando me acuerdo de lo que dejé porque me dejaste y me entran ganas de volver a ser amiga de mis amigos y de volver a ser la enamoradita loca esa a la que no le importa demasiado el resto de la vida cuando está enamorada.
Pensándolo mejor: Soy la enamoradita esa. Yo me calzo las alas y la mochila y me voy a buscarlo al señor que por ahí anda. Supongo que ahora debe estar tocando la guitarra o jugando con cables y pinzas o durmiendo o con amigos.

No hay comentarios: