Pomme d'amour.‏

Puede ser que ese chabón alto, encorvado, de pelo largo y ropa larga, seas vos. Me muevo inquieta, jugueteo con los dedos entre mi pelo, entre la ropa. Ahora lo pienso, en retrospectiva: Definitivamente esperé mucho tiempo, me morí mucho tiempo. Y estoy enamorada, fui fiel son proponérmelo, mucho más fiel de lo que fui con todos los demás.

Pero no quiero perderme en cavilaciones cursis, porque vos estás por llegar y necesito tranquilizarme. Si yo tengo estas expectativas, vos debés tener más o menos las mismas, y eso me pone a mi -y por consiguiente, a vos- en una posición un poco de diosa pero yo sé que no sé llevar ese sayo. Y de vuelta, caí en digresiones.¿Qué más voy a hacer, si no sé dónde estás? Puede que no seas puntual, no conozco tus prácticas. Y mirá que extraño, ya me quiero hasta mudar con vos. Te vi poco y nada, te escuché la voz un poco más pero me hablaste con los dedos -de la peor manera posible- durante el tiempo suficiente. Y ¡BUM! Me enamoré el mismo día, o quizás al siguiente, en que me dijiste que volvías. Pero faltan unos minutos para la cita.

Que voy a hacer cuando me toques, cuando me mires. Toco la vida con las yemas porque no puedo tocarte a vos. Vas a acercarte sonriendo estupendamente, no me decido si con lujuria o felicidad. Pero es lo único que sé, no tengo idea de lo que vas a rozar primero. Si es un abrazo, me voy a fundir con lo que, imagino, será tu piel. Me voy a dormir en tu nuevo calor, escuchándote -y viéndote- respirar, con los dedos en toda mi cáscara, entre mi pelo, intentando abarcarme de punta a punta.

Y si es un beso... bueno, es difícil explicar al Apocalipsis en un párrafo escrito con lápiz. Pero supongamos, por un segundo, que no sufro pequeños derrames cerebrales cada vez que recuerdo tus labios. Entonces yo vería dar vueltas el mundo a través de los ojos, siempre cerrados; olería tu olor; me aguijonearía tu tacto agudo, y escucharía mi propio corazón directamente en los oídos. Estaría dispuesta a todo, porque transpiro un poco amor, un poco deseo.

Y después me llevarías de la mano pero yo estaría convencida de que no me basta al tacto y que sólo me bastaría si estuviésemos desnudos y entrelazados, sin sábanas que turben mis ojos extasiados entre tantísima extensión corporal.

Sin tontos preámbulos, deberías conducirme a tu casa que en este punto no me importa si existe o no, desvestirme entre besos dulces y no tan dulces, enloquecerme los puntos débiles con la respiración y tocar acá sí, acá no, dejándome con las ganas de un todo acá sí.

Y vos vas a, en la realidad más real, volarme de un soplido la etiqueta de Platoncita para dejarme el pecho abierto y poner ahí lo que queramos y nos quede más cómodo y poético. Yo me tiro por compañeros, no sé vos. ¿Después? No tengo idea. Todavía no llegaste pero ya estamos viviéndonos.

Ay... no sos vos ese alto.

Esto es viejo. Más exactamente de Junio. Al final, lo que escribí es inmensamente más lindo de lo que terminé viviendo. No me arrepiento de nada.

No hay comentarios: