Para Buho.

Querido Buho: Hoy fue un día feliz para Humo, o para Luna de Hollín, que viene a ser lo mismo.
No estamos en aquella festividad en la que vos me escribiste a mi y sin embargo te extraño, quizá más que ese mismísimo día, quizás no.
Lloré un poco cuando me dí cuenta de que esos sentimientos incompletos de los que me hablaste te llevaron a escribirme a mi, que tan egoísta soy al recordar una sola persona regalándome su alma en un papel.
Te cuento, querido, que no puedo pensar en vos sin la mochila en la espalda, lleno de Tierra, cansado y feliz. No puedo evocar tu imagen de otra forma que no sea la que yo quiero que se me presente la próxima vez que nos veámos.
¿Te acordás de la buena amistad a pesar de las malas fotos? ¿Te acordás de la voz partida cuando te llamé aquel día un poco fatídico en el que te fuiste? Triste, triste, sentada en el cordón de la vereda viendo como te alejabas vos por un lado y la pelirrojita por el otro, con un pucho entre los dedos y la pollera volando-intentando animarme.
El libro sigue ahí, esperando que a mi mente se le ocurra alguna novedad, pero eso no me pasa nunca. Por eso me cuesta levantar el peso de la mediocridad, por eso busco romperla lo más pronto, lo más violentamente posible.
Dale, en la época de polleras libres, de mar demente comiéndose a la arena entre olas y nenes, vámonos a patear rutinas, embebido vos en tragos desconocidos, yo en malabares esquineros.
No necesito dos alas para volar. La que tengo es simbólica e ideológica.
Si no, iría muerta con la pica. Que a veces sé disfrutar del amor. A veces nomás.
Qué te parece si rumbeamos para el norte en vacaciones.

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