Pero a la gente no le gusta ser feliz, es una pena.

Nunca te escribí, a pesar de que estás constantemente presente. A pesar de que me ayudás y de que yo te escucho las aventuras romanticonas de poesía infinita. A pesar de saberte una persona buena, inteligente, asquerosamente selectiva, talentosa (odio que toques mis artes y las hagas mejor que yo, carajo).
Y a pesar de la relación estrechísima que tenemos, nunca te escribí.
Pesimista por vocación, la vida te dio algunas patadas difíciles de remontar. Entonces te construiste una cuevecita para no salir de ahí. Y desde tu lugar, mirás el sol salir y esconderse una y otra vez.
Tocás manos suaves que a veces se animan a adentrarse entre las piedras, las telas de araña y los rasguñones. Manos valientes, por lo tanto: todos saben que a las mujeres no suele gustarles la bravura.
En fin. Nunca te escribí y quería enmendar mi error. Sos una de las personas más importantes de mi vida y, por lo tanto, te tengo familiarizado. Este es el punto en el que me extraño de tu persona y te dedico unos parrafitos sucios, mal escritos, de los que sos musa.
Buena suerte, Horacio. La maga está en todas las esquinas.
Anda sin buscarte pero sabiendo que anda para encontrarte. Y te va a calar hasta los huesos, como la lluvia que te agarra cuando salís de un recital.

Revisión: El otro día se mandó una frasecita del diablo: "Bolero eventual para mujer desesperada". Y no me la olvidé.

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