Voy a salir nena a buscarte, y vas a ver cuando te encuentre.

El músico y la escritora se mueven por la casa como si el otro no existiera. No por falta de amor, sino por descuido. Ellos, los artistas, se desplazan con cierta ligereza de espíritu, se rondan sin verse, pero tocándose con todas las manos del cuerpo y del alma, con todos los poros. Él la saborea con la yema de los dedos, curtidas de tanto arpeggio.
Saben que no tienen razones para dirigirse la palabra. Un beso basta.
Por eso se hablan y se hablan hasta quedarse sin palabras en los dedos cuando no están tocándose, para acortar distancias inútiles y macabras que, por lo menos a la escritora, no van a marcarla en lo más mínimo.
Ya sabe ser fuerte.

No hay comentarios: