Otro título.

Y ellos charletearon toda la tarde tomados de la mano como dos viejos amantes que más que amantes son amigos. Se miraron a los ojos y rieron y él le enseñó su alma vaciada sobre una pequeña libreta amarilla con elástico.
A ella le gustaba leerlo de esas hojas maltrechas de palabras sucias de carbón pintadas. No tanto por la poesía sino por lo que eso significaba: confianza.
Y él le acarició el pelo varias horas, ensimismado, mientras ella leía y leía y sentía.
Pero cerca de la noche, se despidieron. Él iba al encuentro de un amigo. Ella, de hojas en donde la historia es más importante que el amor.
Y se fueron olvidándose la libreta amarilla llena de recuerdos. Ella vio que se había olvidado la parte de "amantes" varias noches atrás.

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