Día vertical.

La oscuridad se come tus ojos. Yo sé que me estás mirando porque te gusta mirarme, pero me evita la selva castaña que se desprende de tus cuencas, ahora vacías, ahora negras. Te escucho respirar a escasos centímetros de mi pelo en una vorágine de vapores, el día vertical se horizontalizó entre tus sábanas otra vez, y vos rozás cada pedacito de piel con ansias locas y yo sé que me estás mirando. Aunque no te veo.
Te perdés en la noche pero no todo vos sino tus ojos, no puedo creer que me falte justo eso, tu mirada juntándose en fundición perfecta con la mía mientras yo también acarició tu cuello y tu pecho, buscando en un estado de leve desesperación el cachito perfecto de piel que sé que debe esconderse en algún lado, mientras una francesa canta bajito, afuera suena la lluvia y medianoche nos cubre con sombras irregulares. Faltan los truenos para que sea un paisaje soberbio. Y faltan tus ojos.

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