Arrugando.

Te engaño y te digo que tenés cara de foto. Contestás un poco incómodo, puede que nunca te hayan pedido un retrato. Y puede que nunca haya sido este pedido una excusa para verte a solas, para acercarme en un primer plano a tu boca -que, por cierto, sí es digna de foto-, para ver como se mueven los músculos de tu sonrisa formando hoyitos a cada lado.
Me contás algo a lo que yo no sé contestar. Me pongo tan nerviosa desde la última vez... Esa que me dejó totalmente inmóvil en estos trámites amorosos. Tengo miedo, para qué voy a mentir. Tengo miedo de que otra vez no me quieran.

No hay comentarios: