¡Já! Hacía mucho que no volvía a remover mi cajita de ceniza. Ahora vamos a ver... ¿Qué era lo que pensaba hoy, cuando venía caminando un poco lejos de casa, intentando que alguien se apiadara de mi condición de "hoy no pasa el 51, nena"? Ah, sí:

Yo tengo un cigarrillo para cuando no viene el bondi.
Hay gente que habla de la ley de Murphy pero no saben. Son cómicos sin profesión que se respaldan en el típico "si algo puede salir mal, lo hará" para ocultar su mediocridad. Yo reconozco que mi cigarro es más fuerte que las leyes de la física, de la lógica y que yo.
Lo que pasa es algo así: Todos saben que cuando algún pusilánime que llega tarde, y se corta y se acorta la vida fumando, espera el colectivo, suele prenderse un gauloises, un parisiennes, un virginia slim (para los mas mundanos, un malboro). Inmediatamente después, puede que venga el ansiado transporte. O puede que no, pero esos casos son las mutaciones y no se los tiene en cuenta. Porque el ser humano suele pensar lo que le conviene, entonces en cuestión de segundos se descartan las situaciones que no cuadran con nuestro pensamiento. En fin... el punto es que mi cigarro no tiene esas excepciones tan engorrosas.
A veces, en los malos días, hace falta darle un par de pitadas antes de que se asome en la lejanía el cuadradito rojo que se acerca a unos 60 km/h.
Pero es una delicia, porque en las jornadas color rosa no hace falta más que acercar el fuego, dejarlo lamer el papel y el tabaco, deleitarse con el Humo blanquecino que olea y baila y juega, para que aparezca el esperado como un amante retrasado.
De todas formas, mi cigarro tiene un inconveniente. Hace venir el colectivo, sí, pero quizá no el que uno necesita.

1 comentario:

Búho dijo...

Te extrañaba, Humo, sin duda. Una reflexión que bien podría ser mía si me hubiera puesto a reflexionar sobre el tema...no hay mejor manera de decirlo
Como era de esperarse, me dejaste completamente satisfecho en este nuevo banquete.

Espero tener noticias tuyas pronto!