Calor.

Me contó un amigo que le contó un profesor, y yo elegí creer, que un día en pleno centro de Buenos Aires iba una madre con su hijo, que da igual si era común o especial, y el pequeño de pronto vio a un hombre acostado en la calle como esperando a la muerte o a la vida, no lo sé. Entonces el niñito pidió a la mujer que lo dejara acercarse al desconocido, que lo dejara abrazarlo, y ella no aceptó porque era peligrosa tanta humanidad.
El hijo se tornó insoportable. Berreaba en silencio, intentando conmover a la madre que, vencida, lo dejó acercarse. Y él caminó muy despacio hasta el hombre y lo abrazó. Entonces el recién bendecido lloró bajito y le dijo:
-Hoy es mi cumpleaños.

2 comentarios:

Humo dijo...

Una excelente imagen de la sociedad moderna. Una pequeña diferenciade opinión,sin embargo. Llamar "humanitario" un acto de compasión, de amor y de generosidad es un derecho que los humanos perdimos hace tiempo a causa de la realidad, de la historia y de las mayorías. Hoy en día tales actos son superiores, y se ven más en los niños y en los animales, por desgracia.
Fuera de eso, un excelente retrato contemporáneo, conmovedor y crudo a la vez.

Gracias, Buho, por tus incansables lecturas de material poco recomendable!

Nicolás dijo...

Su infantil inocencia todavia no está contaminada con la tinta de la sociedad