¿Vocabulario? No, gracias.

Hacía frío y ella pensaba que los consejos ya no le servían de nada. Ni el "abrigate" ni el "trabajá así" surtían efecto alguno bajo las palabras obscenas que creaba, manipulaba y hacía volar en su mente.
Se subió el cuello del saco liviano. Mala elección.
Uma era una mujer -una muchacha, a decir verdad- muy simple. No tenía qué, ni dónde, ni cómo ni cuándo. A veces cometía errores, pero, en general, era su forma de proceder lo que hacía parecer a un observador poco avispado que estaba confundida. Uma nunca tuvo nada tan claro como su forma de dibujar.
Quizá las sombras no se coordinaran, quizá los colores fuesen un poco surreales, quizá los trazos imitaran a los de alguien más. Era su estilo. Si alguien se le imponía, ella era capaz de defender su trabajo con la vida.
Trabajo que, por cierto, era bastante incompleto en su complejidad, porque le gustaba jugar con las formas y a veces con los sonidos y las palabras y las repeticiones y las colocaciones y su pintor preferido.
Uma no soportaba a los puntillosos críticos de arte, que nunca supieron saborear el placer que trae tener un hijo-obra y educarlo como uno quiere.
Uma pensaba que la vida no es una escuela, que eso son los trenes.
Y Uma disfrutaba haciendo las cosas mal intencionalmente, sin seguir ninguna cadencia ni regla. Porque el arte es así, bohemio como Uma.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

me gusta, me gusta (con cara de felicidad)
te extraño amiga

Aataca dijo...

Me encantó hermosa!! :)
está muy bueno!!

Búho dijo...

Honestamente, no considero éste uno de tus mejores trabajos. Es poético, es un personaje peculiar y no es difícil de imaginar, pero en realidad últimamente espero cada vez más de vos. OJO, esto no es una crítica, en lo que a mi respecta es un gran relato, no lo tomes como una negativa o una crítica fea. Es mi forma de decirte que estoy esperando otro gran relato tuyo en el que pueda perderme.

Más vale que sigas escribiendo en tus cuadernos, por cierto.

Beso!