Sorprendentemente III (o Títeres II)

René, por más que parezca una nena de poca monta, ha sabido fragmentarse en incontables pedazos, unos con más suerte que otros, aunque todos más o menos igual de enamoradizos. Pero no es tonta, y sabe que es mejor entretenerse con libritos colgando o quizás atrapasueños y no descansando en las manos de cualquiera -menos de un títere, y menos que menos, en las del títere largo, que tiene colmillos filosos y sedientos.
Aún así, René es René y no Ana ni Miranda ni Ella, ni siquiera esa tal escritorcita que acaba de aparecer en el mapa y a ninguna le cae demasiado bien. Aún así, René es la triste y por eso escribe.

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