Ama y ensancha el alma.

Mascaba un chicle sin ganas, como queriendo contenerse. ¿De qué? Pues de fumar, claro.
En las plácidas placitas de Merlo era común verlo pidiendo monedas por nada o por todo. Canallesca era la actitud, a veces hacía malabares o vendía flores. A veces las regalaba.
Un par de días faltó de la casa y como si fuera un bicho manoseado por la humanidad, que no era más que eso, no lo dejaron volver. Y agarró las cositas que había dejado desperdigadas por el jardín delantero de la casilla y se fue.
No volvió hasta unos años más tarde, cuando la vida lo golpeó mucho pero le sonrió más. Y la casilla ya no estaba. Había, en cambio, una cadena nacional de supermercados. Su cadena nacional de supermercados.

2 comentarios:

Nicolás dijo...

Me re emocionó la última oración. Me gustó muchisimo :)

Azahar dijo...

hoy te lo digo y con el corazon en la mano (si, al revez porque somos seres distraidos) que veo en vos a una artista, un escritora que tiene todo por ganar, sos potencia humo, sos el porque de la creación.