¡Plaf!

Una puñalada en la columna. Una bofetada helada. Un golpe seco en la boca del estómago. La lluvia congelando los gestos. Una mano arrancando ropas. Las uñas de esa mano clavándose en las encías. Cientos de vidrios cayendo sobre la espalda desnuda. Latigazos y sal sobre las heridas. Y lo último que escuchó fue "Ya no te amo".

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