Muertos que duelen.

Eso pasa: Estoy viva. Viva de olores, de calores, viva de vapor y bronca y paz y sol. Viva de todo y un poco muerta por el pasado que todavía cosquillea en la boca del estómago o en los tobillos. Pero más que nada, importa la parte que se revuelve loca ahí adentro. A veces acaricia, a veces rompe. Siempre, siempre se mueve y revolea las patitas y los dientes mientras cierra los ojos muy chicos o abre la boca muy grande. Canta, o grita.

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