El mejor recuerdo es el después.

Menta, café, limón. Tarde de besos con los ojos cerrados. Pasar de tu mano a tu pelo a tu cuello y de nuevo a tu mano.
El Duende es medio petiso, apenitas más alto que René, de pelo largo, con el charango a cuestas. Dicen que dicen que también se está enamorando.
El Duende es tan grande que ocupa el lugar de todos los demás. Ellos pasan por la puerta, cabizbajos, pateando el suelo. Alguno dice algo. Los títeres y los duendes no hablan el mismo idioma: no hay comunicación posible.
René prueba, y muerde. La piel del brazo cede un poco, caliente, y el duende la mira raro y se ríe con media sonrisa y los ojos entrecerrados.
Después, despertarse juntos, medio abrazados, y él riéndose.
Después, caminar por el barrito -que saluda gravemente-, a los besos y sin capucha.
Y después, nada.

1 comentario:

Jose Ramon Santana Vazquez dijo...

...traigo
ecos
de
la
tarde
callada
en
la
mano
y
una
vela
de
mi
corazón
para
invitarte
y
darte
este
alma
que
viene
para
compartir
contigo
tu
bello
blog
con
un
ramillete
de
oro
y
claveles
dentro...


desde mis
HORAS ROTAS
Y AULA DE PAZ


COMPARTIENDO ILUSION
HUMO

CON saludos de la luna al
reflejarse en el mar de la
poesía...




ESPERO SEAN DE VUESTRO AGRADO EL POST POETIZADO DE ZOMBIS, EXCALIBUR, DJANGO, MASTER AND COMMANDER, LEYENDAS DE PASIÓN, BAILANDO CON LOBOS, THE ARTIST, TITANIC…

José
Ramón...